En un escenario llanero de la época de los 80' en la Argentina, se desarrolla esta película dirigida por la directora Julia Somolonoff. Habiéndola escrita ella misma, plasma en su narrativa la historia en la estación de verano vista desde el punto de vista de Jorgelina, una niña que está a punto de pasar a la etapa de la pubertad y que empieza a descubrir y entender de a pocos el tema de la identificación sexual a partir del género.
Jorgelina tiene una hermana de 15 años, quién ya ha pasado a la adolescencia y presenta en su cuerpo y actitud, el desarrollo claro de esta etapa. Por ello, ya no es lo mismo compartir todo con su hermana menor y es este factor el que genera en la pequeña el inicio de su búsqueda por entender los cambios en la sexualidad femenina, los mismos que repulsa. Paralelamente, al sentirse relegada del cariño e interés que compartía con ella, recurre a su refugio de niña, la boyita; una caravana oxidada, tipo casa rodante que simulaba la casita que muchos hemos tenido en nuestra niñez.
Dentro de ella se pone a meditar en qué haría el resto del verano, que desde ya estaba siendo distinto a los anteriores, ahí decide acompañar a su padre al campo. El cambio de ambiente le trae nuevas experiencias a Jorgelina, quien conocerá a Mario, un niño cowboy que se ha criado dentro de un seno familiar patriarcal, y que debe demostrar su varonilidad dentro de una carrera de caballos de un festival del pueblo.
Al hacerse amiga de Mario, descubre el verdadero sentido de la sexualidad, cuando se entreteje el tema de la persona transgénero,
siendo enfocada en su nuevo amigo. Al ir entendiendo más cosas, termina por realizar su cambio de la niñez a la pubertad. El último verano de la boyita, es una película muy buena que nos explica claramente las últimas anécdotas que suceden en el cambio de la niñez a la pubertad.
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